Dudo, luego existo.
Puede que la frustración que provoca el reconocimiento de la limitación de nuestro conocimiento, nos lleve a asumir respuestas u obviar hipótesis que acepta como "realidades" la mayoría o el discurso autorizado, sin embargo, en el IES Maestrat de Sant Mateu, estamos atreviéndonos a ir un poco más allá, a no conformarnos con las verdades oficiales ni con la frustración y emprender el asombroso viaje del conocimiento, el auténtico, el que todas y todos llevamos dentro.
Tenemos muchas preguntas y pocas respuestas, pero acostumbrarnos a dar a luz a nuestras propias preguntas nos está ayudando a alcanzar nuestras propias respuestas y comprendemos que, muchas veces, no estamos de acuerdo con el discurso mayormente aceptado, de que tenemos nuestras propias ideas y que no tienen por qué ser rechazadas solamente porque la mayoría no piense así.
Al final, vamos preparándonos para comprender que más que adaptarse al discurso oficial, conviene encontrar la propia verdad, esa que aunque no se pueda meter en un laboratorio para analizarla con un microscopio y comprobar científicamente su veracidad, nos sirve para movernos por el mundo siendo fieles a nuestra convicción, a nuestro lado más auténtico.
Y es, por esta tendencia natural mía a cuestionarme el mundo por lo que animo, en nuestras clases de filosofía a despertar la sed de auténtico conocimiento, el que no entra para examen nunca pero es importante para vivir sintiendo la plenitud que puede ofrecer el simple hecho de estar vivos y sí, nuestro bote filosófico crece. Vemos aumentar nuestra capacidad crítica, nuestra actitud de cuestionamiento ante el mundo, cultivamos una mirada nueva. Depende de cada una que esta búsqueda de la propia verdad consista en una nueva herramienta para alcanzar la autenticidad de una vida. Y ahora sí, aquí van nuestras nuevas preguntas.
Tenemos muchas preguntas y pocas respuestas, pero acostumbrarnos a dar a luz a nuestras propias preguntas nos está ayudando a alcanzar nuestras propias respuestas y comprendemos que, muchas veces, no estamos de acuerdo con el discurso mayormente aceptado, de que tenemos nuestras propias ideas y que no tienen por qué ser rechazadas solamente porque la mayoría no piense así.
Al final, vamos preparándonos para comprender que más que adaptarse al discurso oficial, conviene encontrar la propia verdad, esa que aunque no se pueda meter en un laboratorio para analizarla con un microscopio y comprobar científicamente su veracidad, nos sirve para movernos por el mundo siendo fieles a nuestra convicción, a nuestro lado más auténtico.
Y es, por esta tendencia natural mía a cuestionarme el mundo por lo que animo, en nuestras clases de filosofía a despertar la sed de auténtico conocimiento, el que no entra para examen nunca pero es importante para vivir sintiendo la plenitud que puede ofrecer el simple hecho de estar vivos y sí, nuestro bote filosófico crece. Vemos aumentar nuestra capacidad crítica, nuestra actitud de cuestionamiento ante el mundo, cultivamos una mirada nueva. Depende de cada una que esta búsqueda de la propia verdad consista en una nueva herramienta para alcanzar la autenticidad de una vida. Y ahora sí, aquí van nuestras nuevas preguntas.
¿Cómo paro la batalla interna entre mi corazón y cerebro?
Pascal dijo que "El corazón tiene razones que la razón no entiende (o ignora)" Suena a paradoja pero, de algún modo todas sabemos de qué nos habla. ¿Quién no ha sentido nunca esta contradicción? ¿Quién no se ha visto ensimismada en una batalla interna donde el corazón ansía una cosa y la cabeza ordena otra? ¿A quién hay que hacerle caso? Antes que nada, cabe considerar la posibilidad de que cuerpo y mente, sean una misma realidad, y que, es encontrando (o sintiendo) esta unidad como se alcanza la paz (desaparecen las batallas, corazón y mente dictaminan lo mismo). Sin embargo, para alcanzar esta unidad, tal vez sea necesario primero atender a lo que sentimos: la dualidad. Esa batalla entre lo que quiero y debo, o entre lo que me pide el cuerpo y lo que me pide el cerebro.
Aprovechamos para recordar que, a diferencia del resto de animales (que sepamos), el ser humano está capacitado para pensar antes de actuar, para evitar dejarse llevar por el instinto o por los impulsos. Eso es lo que nos hace humanos: la libertad. Mi perra no se cuestiona si debería zamparse el plato de spaguettis que ha quedado a su alcance, se lo zampa. Yo, sin embargo, aunque me apetece comérmelo sé que si lo hago luego no tendré el cuerpo para bailar toda la tarde y por eso, solo me como la mitad (y dejo la otra mitad al alcance de mi perra). Yo soy libre, mi perra está biológicamente determinada. Tengo un cerebro potencialmente racional, mi perra, no. ¿Soy más libre cuando me dejo llevar por lo que el cuerpo me pide o cuando me paro, pienso en qué opciones tengo y decido la mejor? Seguramente una combinación de ambas, pero para saber cuándo sí puedo dejarme llevar por lo que me pide el cuerpo debo haberme conocido en profundidad, pues, muchas veces, el cerebro nos recomienda hacer aquello que se espera que hagamos sin importarle quién eres tú y, otras muchas veces, mi cuerpo me pide que haga algo que sé que no me hará bien. Así que, en definitiva, y resumiendo mucho, parar la batalla interna supone emprender el asombroso viaje del autoconocimiento a través de la consciencia, es decir, con una mirada despierta, asistiendo al espectáculo de tu vida como espectadora al mismo tiempo que como personaje protagonista. Saber cuándo debo obedecer a uno y a otro, saber si de verdad ambos pueden ir en consonancia, implica saber quién eres, sentir quién eres y para eso, lo que necesitamos es mucha consciencia.
¿Para qué sirve la esencia?
Cuando buscamos para qué sirve una cosa, ¿qué buscamos? ¿Cuál es su "utilidad"? La "utilidad" se define de varias maneras, generalmente en términos del bienestar de los seres humanos. Bentham la describió como la suma de todo placer que resulta de una acción, menos el sufrimiento de cualquier persona involucrada en dicha acción. En la economía neoclásica, se llama utilidad a la satisfacción de preferencias mientras que en filosofía moral, es sinónimo de felicidad, sea cual sea el modo en el que esta se entienda. Esta doctrina ética a veces es resumida como "el máximo bienestar para el máximo número". Yo misma, lo que diría es que la esencia no sirve como tal, conocerla sí. De momento, entendemos por esencia "aquello que hace que una cosa sea lo que es",o "Conjunto de características permanentes e invariables que determinan a un ser o una cosa y, sin las cuales, no sería lo que es." Así que la esencia, en sentido estricto no sirve, es una condición del ser.
Si no sabemos quienes somos, ¿cómo sabemos que estamos cerca de nuestra esencia? Si tampoco sabemos cuál es nuestra esencia, ¿cómo sabemos que nos estamos acercando a ella?
Si nos imaginamos que cada uno de nosotros somos una cebolla, entenderíamos (por ahora) que la esencia es el corazón de la cebolla y la apariencia (de momento) las capas que la envuelven (género, cultura, clase social, educación, experiencias...). Saber quiénes somos sería, para empezar, determinar si somos el resultado de las capas o aquello que las precede (la estructura psíquica y auténtica con la que nacemos antes de haber tomado decisiones ni influencias externas). Si decidimos que somos aquello con lo que llegamos al mundo, ese niño o esa niña que tenía una forma única de relacionarse con el mundo, estar cerca de nuestra esencia significaría conectar con ese niño/a interior. Para ello, podríamos valorar distintas opciones, pero de algo no nos escapamos: del autoconocimiento. En primer lugar, haríamos el listado de capas y, en segundo lugar trataríamos de encontrar aquello que permanece al dejar en suspensión las capas. ¿Hay algo? ¿Sí? ¿No? ¿Qué? Esa es la esencia. Saber que te acercas, más que saber, es sentir. Mucha gente que habla de la esencia reconoce que siente paz y libertad cuando conecta con ella. Y a mí de algo me suena. Yo soy yo cuando bailo, cuando asisto al viaje de la danza que surge de mí hacia fuera sin expectativas de forma. Siento que estoy en mi esencia cuando no tengo miedo y cuando me siento libre. Sé que he desconectado de mi esencia cuando estoy enfadada, cuando juzgo, cuando no acepto el fluir de la vida, cuando estoy triste o cuando tengo miedo. No estoy en mi esencia cuando hago algo por obligación, cuando me evado de mí vida o cuando miro hacia otro lado. Estoy en mi esencia cuando soy aprendiz, cuando me sorprende el aleteo de la mariposa, cuando la música me eriza la piel y cuando mi cuerpo se siente ligero, fuerte y dispuesto al movimiento. Sabes que te acercas a ella después de mucho tiempo de cuestionamiento interno, de búsqueda, de aprendizaje, de consciencia y de persecución. Cuando dejas de huir de ti y te persigues. Cuando te persigues y todo empieza a salir bien. Cuando dejas de obedecer y empiezas a creer en ti.
¿Pueden nuestras capas (circunstancias, ego...) convertirse en nuestra esencia?
Creo que esta podría ser una definición general del existencialismo. Frente a los esencialistas, los existencialistas opinan que eres aquello que vas decidiendo, es decir, tú serías el resultado de tus decisiones y acciones, tú te decides a ti y a tu vida, puesto que ella, en sí misma no tiene sentido, ni tampoco tu vida. Tú creas el sentido. Y creo que, Sartre y compañía, cuando dicen "Una cosa es lo que hacen de ti y otra cosa es lo que haces tú con lo que han hecho de ti" podrían estar diciendo que tú eres aquello que hace algo con las capas que le han caído. El resultado sería el cuestionamiento y la libre decisión de las siguientes capas que van a ir definiéndote.
¿Qué es la esencia de una persona?
Entenderemos por esencia, aquello que hace que una cosa sea lo que es, es decir, que la esencia de una persona sería aquello que la hace verdaderamente única e irrepetible.
¿Cómo descubro mi esencia?
Nuevamente, descubrir tu esencia significa en primer lugar, qué es para ti la "esencia"; en segundo lugar, y dependiendo lo que entiendas por esencia, tirarás del hilo de la propia respuesta desde la mirada del espectador para tratar de acercarte a la respuesta que te has dado. Al fin y al cabo, sólo depende de ti. Se trata, sobre todo, de vivir con una actitud de aprendiz, sin dar por verdades las verdades ajenas, comprobando por ti mismo/a a través de la experiencia (una experiencia puede darse desde el sofá sin mover un dedo) las respuestas que te vas dando, sin dejar de estar abierto/a a nuevas posibilidades, estando dispuesta a que se rompan todos tus esquemas, estando preparada para quedarte vacío/a y no morir en el intento. Descubres tu esencia atreviéndote a cuestionarlo todo para ver con qué, de todo eso, te quedas y por qué.
¿Cuándo sabes que conoces tu esencia?
Cuando lo sientes, cuando lo vives, cuando lo experimentas, cuando desaparecen las dudas y se produce la mágica sensación de ser, al fin, quien eres.
¿Es el silencio, una virtud?
¿Qué es el silencio? ¿La ausencia de sonido? ¿El reprimir aquello que podrías decir y guardártelo para ti? Para mi, el silencio es aquello con lo que te encuentras ante un paisaje que te enmudece. Y es solo el silencio, el modo en que podemos encontrar nuestras verdades. Acallar la mente, respirar profundo, sentir. Creo que depende de la intención con la que se produzca el silencio o la razón por la que se produce el silencio, saber si el silencio es o no, una virtud.
(sobre el término "virtud": https://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia/Filosofiagriega/Aristoteles/Virtud.htm)
¿Es posible vivir sin conocer tu esencia?
Por supuesto, nadie necesita conocer su esencia para vivir. Para vivir biológicamente, solo necesitas respirar, comer, beber y protegerse. Para llevar a cabo estas acciones no necesitas, para nada, conocer tu esencia. Pero yo diría que, para vivir plenamente, sintiendo que tu vida verdaderamente te pertenece, sí, necesitas conocer tu esencia y vivir de acuerdo a ella.
¿Qué es ser feliz?
La felicidad es el objetivo de todo el mundo, no hay quien diga que no quiere ser feliz. Pero puede que haya tantos conceptos de felicidad (o formas de alcanzarla) como personas hay en este mundo. Yo hace, ya un tiempo, que no hablo de felicidad sino de paz interior. Tal vez haya comprendido que la felicidad consiste en alcanzar ese estado de paz que te permite vivir despierta, segura, dispuesta al cambio y con la mirada de aprendiz continua. Pero para otros, ser feliz significa dedicarse a lo que uno le gusta (para mí, esto también forma parte de la felicidad), para otros ser feliz significa tener dinero para conseguir todo lo que quieras, para algunos, la felicidad consiste en reprimir los deseos terrenales y para otros, ser feliz significa llevar a cabo todos los placeres posibles.
En la última evaluación veremos distintas teorías acerca de la felicidad, pero para que sirva de anticipo, aquí os adjunto una página donde podéis leer más aprovechando para recordar que, para encontrar tu verdad, viene bien leer las verdades de otros: http://www.filosofia.org/enc/fer/51640b.htm
¿Cómo puede ser que una persona te importe mucho pero, al mismo tiempo, te haga daño?
A esta pregunta, contestaré con otra pregunta y la desarrollaremos, si os parece, entre todas, en clase: ¿Cómo puede ser que te atraiga el dolor?
Si no sabemos quiénes somos, ¿ qué imagen estamos dando de nosotros mismos?
En primer lugar, sepas o no quien eres, la cuestión es que eres: y
a eres. Con mayor o menor consciencia, con mayor o menor autoconocimiento, con mayor o menor ignorancia: eres. La imagen que proyectas es la de quien ya eres, otra cosa es que esta imagen se corresponda o no con tu esencia. Saber qué imagen ofreces al mundo y cuestionártela es una gran herramienta para el autoconocimiento. ¿Qué imagen das de ti? ¿Crees que eres eso que aparentas? ¿En qué se parece a quien sientes que eres? Tira del hilo...buen viaje.
En cuanto al tema de la esencia, no creo que sea algo que venga desde los primeros años de vida, tu cuando tienes tres años no tienes esencia! Te falta experimentar, te falta descubrir y observar lo que te rodea, sólo eres un cuenco vacío en el que se pueden depositar conocimientos. Tu esencia es la que vas formando a través de los años, cuando experimentas que es lo que te gusta y lo que no, lo que te hace feliz, y lo que te hace sentir tu mismo. La esencia la formas tú, y es cambiante, a veces para bien y a veces para mal pero és tu esencia.
ResponderEliminarEmpirismo duro? Esencia cambiante? Entendemos por esencia aquello que hace que una cosa sea lo que es...puede el ser dejar de ser estable? Entonces, cómo sabemos que continua siendo la misma cosa si ha dejado de ser una para ser otra?
Eliminar