4º ESO
30/01/2020
Sí, puede que haya algo que permanezca invariable bajo las circunstancias (capas) que han configurado mi personalidad (cebolla), pero más que alcanzar el corazón mismo de esta hortaliza, vamos a tratar de comprender cómo son sus capas porque queremos comprendernos a nosotras mismas (las personas) y tener capacidad consciente de elección del resultado de la cebolla, o, dicho de otra forma, queremos configurar, diseñar cual artista, nuestra personalidad. Para ello, vamos a hablar, primero, del enfado.
¿Cómo soy cuando me enfado? ¿Cómo reacciono? ¿Gestiono bien la ira, la rabia, la impotencia? ¿Me sienta bien el enfado? ¿Por qué me enfado? ¿Para qué me enfado?
Después de ubicar la libertad dentro del ámbito de la decisión consciente y no del determinismo biológico (yo soy así y así seguiré, nunca cambiaré), sabemos que si queremos ser libres debemos responsabilizarnos de nosotros mismos. No existe la libertad sin responsabilidad y compromiso.
Tal vez aprovechemos la asignatura de valores éticos para valorar nuestra ética...para comprender el significado que le damos a la vida a través de nuestras acciones y para reflexionar sobre el bien que estas acciones (o reacciones) nos hacen realmente. Por ejemplo, si yo soy una persona que cuando me enfado, me trago mi enfado, lo contengo dentro y hago como si nada, corro el riesgo de ser víctima de una represión desmesurada que no me permita vivir mi vida a gusto. Si yo sé que cuando me enfado, proyecto mi rabia contra mi pareja, correré el riesgo de perder la oportunidad de vivir una relación justa y sana. Si yo, cuando me enfado, agredo a objetos que hay a mi alrededor, sé que corro el riesgo de ser denunciado en la vía pública o de ser incomprendido en casa y con los amigos, con lo que al final, esta práctica puede perjudicarme. Por eso, responsabilizarme de mi enfado me ayudará a conocerme mejor, a comprender las causas de mi enfado y a buscar una buena gestión de la emoción para la transformación en algo que aporte beneficios a mi vida o que, al menos, no añada perjuicios innecesarios.
Adjunto el TEXTO que trabajamos, a este respecto, en clase.
Vivimos más pendientes del exterior que del interior ignorando que la realidad nunca es tal y como es sino tal y como somos. ¿Qué quiere decir esto? Pues eso, que sí, que la realidad es neutra y cada uno/a la interpretará en base a lo que lleve dentro (personalidad, carácter, experiencias, expectativas, miedos, deseos, represiones, etc.). Por eso, ante un mismo fenómeno o acontecimiento, podemos ver cómo cada persona reacciona de un modo distinto (por ejemplo, ante un suspenso). Nadie y todos, al mismo tiempo, tienen razón a la hora de entender la realidad pues cada uno la interpreta según su estructura psíquica.
Pero es importante conocerse a uno mismo si no queremos ser esclavos y esclavas de nuestras emociones y reacciones. Si queremos ser agentes de nuestra vida es necesario detenerse a pensar cómo reaccionamos, cómo somos.
Cada persona nace con una esencia, ésta es evidente en nuestra edad infantil (entre los 0 y los 3 años) pero, necesariamente, a continuación, esta esencia es eclipsada por unas normas e intereses paternos, maternos, educativos e, incluso, biológicos que, aunque son necesarios para nuestra evolución, nos alejan de nuestra autenticidad. La adolescencia es el momento en el que nos sentimos perdidos y, principalmente, esta desorientación o sensación de frustración, impotencia, soledad y enfado general, es consecuencia de esta separación de lo que de auténtico hay en nosotros. En esta etapa vital ya estamos preparados y preparadas para hacernos las preguntas que hagan de nuestra vida una vida propia, libre y auténtica, desprovista de miedos que no nos pertenecen y propósitos que no hemos elegido. Claro que también podemos quedarnos en el papel de "víctima" y no sacar ninguna lección, quedarnos en el bucle de sentirnos mal porque todo va mal, pero no es la opción más aconsejable puestos a vivir.
Para empezar a ser dueños y dueñas de nuestra vida, vamos a desmenuzar nuestras ideas (pensamiento) y nuestras emociones (sentimientos).
Cada ser es único e irrepetible y «todo el mundo, dijo Einstein (o a él se le atribuye la frase), es un genio, pero si se juzga a un pez por su capacidad para trepar árboles, vivirá toda su vida pensando que es inútil». En la asignatura de valores éticos vamos a tratar de ser el pez que llevamos dentro juzgándonos por quiénes somos y no por quiénes esperan que seamos y, para ello, empezaremos con las emociones.
Todas las emociones son buenas, el ser humano, además de pensar, siente, y es importante que lo haga porque, de no ser así, puede caer en la deshumanización (y ésta nos aleja, obviamente, de la autenticidad). Por eso, escuchar y entender nuestras emociones es de vital importancia a lo largo de nuestras vidas. Además, normalmente, sucederá que nuestras emociones nos llevarán a tomar decisiones que nos afectarán en nuestra vida adulta. Igual que nuestro pasado afecta a nuestro presente, nuestro presente afectará a nuestro pasado. Por eso, ha llegado el momento de asumir nuestro pincel y dibujar una idea general de lo que queremos en nuestro futuro partiendo, eso sí, de nuestro presente: aquí y ahora. Sí, ha llegado la hora de que escuchemos, expresemos y de que comprendamos nuestras emociones, tal vez ya estemos hartas y hartos de sentirlas, sin hacer nada a cambio, pues, aunque todas las emociones son buenas, para la salud emocional y mental, es necesario buscar su equilibrio. Si tengo, por ejemplo, la ira disparada, correré el riesgo de actuar movido/a por esta ira. Tomaré decisiones inspiradas por mi enfado y estas decisiones afectarán en mi vida. Es necesario ser consciente de ello.
Para empezar, trataremos la emoción del enfado (rabia, ira, impotencia...) con el objetivo de resolver el desequilibrio emocional que suscita de la mejor manera posible para cada uno/a.
EJERCICIO 1
1- ¿Qué situaciones despiertan mi enfado?
2- ¿Cómo siento mi enfado? ¿Qué siento?
3- ¿Cómo reacciono cuando me enfado?
4- ¿Soluciono así el conflicto?
5- ¿Se me ocurre una forma más beneficiosa para mí de resolverlo?
6- ¿Dónde está el verdadero problema?
1- ¿Qué situaciones despiertan mi enfado?
2- ¿Cómo siento mi enfado? ¿Qué siento?
3- ¿Cómo reacciono cuando me enfado?
4- ¿Soluciono así el conflicto?
5- ¿Se me ocurre una forma más beneficiosa para mí de resolverlo?
6- ¿Dónde está el verdadero problema?
Y, lo mejor de todo, ¿Sabías que esa persona que tan mal te cae es tu maestro/a de vida?
16/01/2020
Sí, madrugamos demasiado. Es difícil mover las neuronas cuando son las 8:20h de la mañana, pero este trimestre tenemos unos temazos que harán que el madrugón valga la pena.
Dentro del tema del autoconocimiento, teniendo en cuenta que ya comprendemos su sentido (para qué sirve conocernos) y sabiendo que las fases por las que cabría pasar antes de las vacaciones del verano son también las del autoenfrentamiento (sí, esa, con sus luces pero también con sus sombras, soy yo) y las de la autosuperación (decisión y asunción de la responsabilidad de llevar a cabo las decisiones y los cambios que creo necesitar), hemos hablado de nuestra esencia.
La esencia (οὐσία) definida en nuestro diccionario como: "Aquello que constituye la naturaleza de las cosas, lo permanente e invariable de ellas."
Y ahí van las preguntas que han surgido: ¿Existe nuestra esencia? ¿De verdad tenemos algo que nos hace únicos e irrepetibles a pesar de los sucesivos cambios que ejerce la vida sobre nosotros y a la inversa? ¿Existen ciertas características que nos acompañarán durante el resto de nuestra vida? ¿Puede una persona, cuya esencia es la creatividad, perderla?
Estamos acostumbradas a que nos pregunten qué queremos ser de mayores, y la movida es que ya somos. ¿Qué quieren decir cuando nos preguntan qué queremos ser? ¿Guarda ese "ser" del futuro cierta relación con nuestro "ser" del presente? ¿Debemos conocernos para saber qué potenciar de nuestro ser? ¿Debemos conocernos si queremos, de alguna manera, tratar de acertar en nuestro modo de ganarnos la "vida"?
El próximo día trataremos de responder a estas preguntas, pero para ello, nos hemos propuesto estar atentas y atentos a nuestro ser interno en la próxima semana y responder, sinceramente a la siguiente pregunta:
¿Qué hace que sea quien soy? ¿Cuáles son las características que me hacen ser una persona única e irrepetible?
Dentro de la complejidad que somos, es interesante saber cuáles son nuestros modos particulares de ser, pues como dice una existencialista a la que admiro:
“El autoconocimiento no es garantía de felicidad, pero está del lado de la felicidad y puede aportar el coraje para luchar por ella.”
Simone de Beauvoir
Nos vemos el próximo jueves!
Sapere Aude.
11/02/2020
El amor...joder. Otra vez. En el instituto alguien me respondió que el amor es querer el bien de la otra persona. ¿Quieres el bien de la persona a la que quieres o antepones tus necesidades a su bienestar? ¿Te has hecho alguna vez esta pregunta? Sabemos que necesitamos amor propio, entonces, ¿por qué lo buscamos fuera? Hay quien tiene tendencia a tropezar dos, tres, infinitas veces con la misma piedra y culpa a la piedra. ¿Seguro que la responsabilidad de tu tropiezo la tiene la piedra?
Vale, por partes. ¿Qué es el amor? ¿Qué concepto tenemos de amor? ¿Qué sentimos cuando sentimos amor?
Disney, Hollywood, cuentos y novelas -infantiles y no tan infantiles-, han sembrado en el inconsciente colectivo una idea de amor peligrosa, basada en la necesidad y en la dependencia. Sin darnos cuenta, hemos crecido dando por sentado que una de las cosas que hay que hacer en esta vida es encontrar pareja. Cuando la encontramos, sin darnos cuenta, esperamos que cumpla con nuestras expectativas y si no lo hace, se lo reprochamos (se supone que eres mi novio, no?). ¿Cuál es la función de tu pareja? ¿Por qué esperamos que nuestra pareja nos haga feliz? ¿Os habéis parado a pensar alguna vez en la responsabilidad que le damos a nuestra pareja cuando esperamos que nos haga feliz? ¡Menuda faena! Y, además, ¿cómo confías tu felicidad a otra persona? Si se va, si se muere, si cambia su orientación sexual o se enamora de otra persona...¡estamos perdidas y perdidos! ¡Socorro! ¿Cómo voy a vivir sin ti? Sin ti no soy nada... Vale, supongamos que tu pareja se ha pirado, se ha liado con otra persona o se ha convertido en un vegetal. ¿Qué haces? Claro! Buscar a otro que cubra su vacío...no? Pues no, señores y señoras. Una ruptura es el momento ideal para atreverse a llenar el vacío que sentimos con nosotras y nosotros mismos. Sí, tú solo, tú sola. Sí, puedes. Sin embargo nos cuesta creer que podemos hacerlo. Por un lado, es más cómodo darle esa función al otro (y además cargarte tú con la responsabilidad de satisfacerlo a él/ella) que responsabilizarse del vacío y llenarlo con otras cosas que no sean una PERSONA. Os recuerdo que respetar la DIGNIDAD de una persona consiste en tratarlo siempre como un fin en sí mismo y nunca como medio para un fin. Si tu pareja, tu media naranja o tu alma gemela está aquí para hacerte feliz...Oops! Estás tratándola como un medio para tu propio fin (tu felicidad). Algo falla, no? Así que te propongo que observes tu vacío, lo aceptes, y busques algo que te llene. Hay quien, por no asumir este vacío se droga, se emborracha, se enamora, o se harta a hacer kilómetros con la bici. Puestos a valorar, más vale llenar el vacío de forma sana que insana, no obstante, es bueno reconocer qué necesidad estás satisfaciendo con tu "droga" (sea la que sea). Tarde o temprano, te tocará asumir la responsabilidad de mirar tu vacío (serás padre, madre, tendrás un curro estable, te pondrás enfermo o la vida te presentará una situación en la que veas -sin contemplaciones- toda tu mierda: esa que no te atreves a mirar mientras te entretienes con otras movidas. Mira en tu interior, ¿cómo estás llenando tu vacío? Tu pareja o tu posible pareja o tu "crush" no puede ser la herramienta (el medio) para que consigas tu felicidad (tu fin). ¿No crees?
La segunda pregunta es, ¿por qué buscamos amor fuera? Vale que la educación emocional no lleva más de cincuenta años dando las alarmas sobre la importancia de la autoestima y la autoconfianza (y todas las movidas), pero no sé, tal vez sea sensato escuchar el discurso por si puede servirnos de algo. Estamos hartas de escuchar que lo importante es quererse a uno mismo. Sí, pero, ¿quién se quiere? Quererse a uno mismo es un proceso arduo y costoso. No viene caído del cielo. Quererse a una misma no significa decir: ¡Yo soy así y así seguiré, nunca cambiaré! Y tampoco decir: Pues si no te gusta, no mires! No, chicas...no, chicos. Quererse a uno mismo significa reconocer la propia ignorancia, significa observar tus luces y tus sombras, aceptar tus defectos, señalar tus virtudes y vivir en un constante aprendizaje. Cada cosa que te suceda te va a dar una clave que puedes utilizar para aumentar tu aprendizaje y evolucionar o bien, puedes utilizar para cargarlo en tu mochila de dramas (si es que todo me pasa a mí!). Tú decides. Buscamos amor fuera porque nadie nos ha enseñado a encontrarlo dentro. Y esto tiene sentido, si lo pensamos bien, nos han dicho desde pequeños que lo importante no era lo que nos gustaba hacer sino lo que teníamos que hacer (en el colegio, en el instituto, -y seguirá- en el trabajo, en la universidad). Así, ¿quién va a quererse tal y como es? ¿Quién se atreve a creer que, a pesar de que suspende continuamente, hay algo en su interior que le hace único e irrepetible? Sí, es difícil quererse a uno mismo con la que nos está cayendo, pero tal vez sea la única opción si queremos vivir una relación sana con nuestra(s) pareja(s) y sobre todo, con nosotros mismos. Pues, los amores pueden ir y venir, pero contigo te aseguro que vas a pasar el resto de tu vida. ¿Hasta cuándo vas a mirar hacia otro lado? ¿Hasta cuando vas a buscar fuera lo que está dentro?
Tropiezo siempre con la misma piedra. No hay manera. Al final me haré monja o lesbiana. No tengo nada de suerte. Al final me quedaré soltera para toda la vida. Haré lo que quiera y nadie me dirá nada ni me pedirá explicaciones. Todos los tíos son unos cabrones! Sí, a mí también me ha pasado. Y no, no es la piedra, eres tú. Fíjate en el tipo de parejas que te atraen. Tal vez tú buscas esa piedra por algo. Tal vez, ese cabrón tiene algo que enseñarte. Mi(s) ex ha(n) sido mis mayores maestros de vida. Os lo prometo. Y el último el que más, porque fue el que más me dolió. Tu mayor maestro es tu último error. Recuerdo que cuando me dejó (o le dejé, yo que sé), me repetía constantemente: si es que ya lo sabía yo esto! Tenía que haberme ido a viajar por el mundo y la tonta de mí se queda en su pueblo por él, seré idiota? Uff, sí, me dije cosas muy feas (y a él, por desgracia, también). Pasó mucho tiempo hasta que comprendí que él me había enseñado a ver lo poco que me quería. Buscaba el amor fuera porque dentro no había ni una pizca de amor propio. La manera más fácil de consolarse era culpándolo a él (a ver, qué culpa podía tener él?). Yo buscaba, vez tras vez, la misma piedra. Cuando empecé a entender que el problema no estaba fuera sino dentro, me tocó aceptar que no me quería una puta mierda. Y que sólo me quedaba una opción: quererme.
Si tú te quieres tal y como eres, estás preparada para cambiar aquello que no te guste de ti. Pero primero acepta que eso que no te gusta nada, eres tú. Y no pasa nada, nadie es perfecto, todas y todos tenemos nuestras movidas, nuestras sombras, nuestros demonios...¿cuáles son los tuyos? ¿Qué hay en ti que rechaces o que no te haga bien? ¿Cuál es la piedra con la que siempre tropiezas y te acabas haciendo una herida en la rodilla? Ese es el tema y, desde ahí, tirar del hilo. Aceptarlo, por ejemplo: soy una vaga, culpo al sistema por no responsabilizarme de mi futuro. O, más bien, soy una ignorante, voy de sabia por la vida y no tengo ni puta idea. Ni siquiera sé quién soy. ¿Cuál es tu verdad? A partir de ella, podrás avanzar. Cuando te aceptes como eres, verás qué necesitas. Cuando te atrevas a asumir la responsabilidad de quererte, nutrirás tu tierra, es decir, te darás lo que necesites. Quiérete como te gustaría que te quisieran. Y entonces, serás capaz de distinguir lo que es tuyo de lo que solamente es tu coraza y, al verlo con claridad, podrás echar fuera las piedras con las que no te interese tropezar por salud propia y podrás empezar a atraer otras piedras desde la perspectiva de que algo tienen que enseñarte también.
No te sentirás solo porque habrás aprendido a nutrir tu tierra por ti mismo, no sentirás que no te quieren (porque tendrás amor propio y si sientes que alguien no te quiere, sencillamente, dejará de interesarte), no esperarás que el otro te haga feliz (porque ya serás feliz, consciente), no te sentirás una víctima de la vida (porque serás una aprendiz continua), y entenderás que el amor consiste en otra cosa, muy distinta a la que nos habían contado...
Y tú, con qué cuento te quedas?
11/02/2020
El amor...joder. Otra vez. En el instituto alguien me respondió que el amor es querer el bien de la otra persona. ¿Quieres el bien de la persona a la que quieres o antepones tus necesidades a su bienestar? ¿Te has hecho alguna vez esta pregunta? Sabemos que necesitamos amor propio, entonces, ¿por qué lo buscamos fuera? Hay quien tiene tendencia a tropezar dos, tres, infinitas veces con la misma piedra y culpa a la piedra. ¿Seguro que la responsabilidad de tu tropiezo la tiene la piedra?
Vale, por partes. ¿Qué es el amor? ¿Qué concepto tenemos de amor? ¿Qué sentimos cuando sentimos amor?
Disney, Hollywood, cuentos y novelas -infantiles y no tan infantiles-, han sembrado en el inconsciente colectivo una idea de amor peligrosa, basada en la necesidad y en la dependencia. Sin darnos cuenta, hemos crecido dando por sentado que una de las cosas que hay que hacer en esta vida es encontrar pareja. Cuando la encontramos, sin darnos cuenta, esperamos que cumpla con nuestras expectativas y si no lo hace, se lo reprochamos (se supone que eres mi novio, no?). ¿Cuál es la función de tu pareja? ¿Por qué esperamos que nuestra pareja nos haga feliz? ¿Os habéis parado a pensar alguna vez en la responsabilidad que le damos a nuestra pareja cuando esperamos que nos haga feliz? ¡Menuda faena! Y, además, ¿cómo confías tu felicidad a otra persona? Si se va, si se muere, si cambia su orientación sexual o se enamora de otra persona...¡estamos perdidas y perdidos! ¡Socorro! ¿Cómo voy a vivir sin ti? Sin ti no soy nada... Vale, supongamos que tu pareja se ha pirado, se ha liado con otra persona o se ha convertido en un vegetal. ¿Qué haces? Claro! Buscar a otro que cubra su vacío...no? Pues no, señores y señoras. Una ruptura es el momento ideal para atreverse a llenar el vacío que sentimos con nosotras y nosotros mismos. Sí, tú solo, tú sola. Sí, puedes. Sin embargo nos cuesta creer que podemos hacerlo. Por un lado, es más cómodo darle esa función al otro (y además cargarte tú con la responsabilidad de satisfacerlo a él/ella) que responsabilizarse del vacío y llenarlo con otras cosas que no sean una PERSONA. Os recuerdo que respetar la DIGNIDAD de una persona consiste en tratarlo siempre como un fin en sí mismo y nunca como medio para un fin. Si tu pareja, tu media naranja o tu alma gemela está aquí para hacerte feliz...Oops! Estás tratándola como un medio para tu propio fin (tu felicidad). Algo falla, no? Así que te propongo que observes tu vacío, lo aceptes, y busques algo que te llene. Hay quien, por no asumir este vacío se droga, se emborracha, se enamora, o se harta a hacer kilómetros con la bici. Puestos a valorar, más vale llenar el vacío de forma sana que insana, no obstante, es bueno reconocer qué necesidad estás satisfaciendo con tu "droga" (sea la que sea). Tarde o temprano, te tocará asumir la responsabilidad de mirar tu vacío (serás padre, madre, tendrás un curro estable, te pondrás enfermo o la vida te presentará una situación en la que veas -sin contemplaciones- toda tu mierda: esa que no te atreves a mirar mientras te entretienes con otras movidas. Mira en tu interior, ¿cómo estás llenando tu vacío? Tu pareja o tu posible pareja o tu "crush" no puede ser la herramienta (el medio) para que consigas tu felicidad (tu fin). ¿No crees?
La segunda pregunta es, ¿por qué buscamos amor fuera? Vale que la educación emocional no lleva más de cincuenta años dando las alarmas sobre la importancia de la autoestima y la autoconfianza (y todas las movidas), pero no sé, tal vez sea sensato escuchar el discurso por si puede servirnos de algo. Estamos hartas de escuchar que lo importante es quererse a uno mismo. Sí, pero, ¿quién se quiere? Quererse a uno mismo es un proceso arduo y costoso. No viene caído del cielo. Quererse a una misma no significa decir: ¡Yo soy así y así seguiré, nunca cambiaré! Y tampoco decir: Pues si no te gusta, no mires! No, chicas...no, chicos. Quererse a uno mismo significa reconocer la propia ignorancia, significa observar tus luces y tus sombras, aceptar tus defectos, señalar tus virtudes y vivir en un constante aprendizaje. Cada cosa que te suceda te va a dar una clave que puedes utilizar para aumentar tu aprendizaje y evolucionar o bien, puedes utilizar para cargarlo en tu mochila de dramas (si es que todo me pasa a mí!). Tú decides. Buscamos amor fuera porque nadie nos ha enseñado a encontrarlo dentro. Y esto tiene sentido, si lo pensamos bien, nos han dicho desde pequeños que lo importante no era lo que nos gustaba hacer sino lo que teníamos que hacer (en el colegio, en el instituto, -y seguirá- en el trabajo, en la universidad). Así, ¿quién va a quererse tal y como es? ¿Quién se atreve a creer que, a pesar de que suspende continuamente, hay algo en su interior que le hace único e irrepetible? Sí, es difícil quererse a uno mismo con la que nos está cayendo, pero tal vez sea la única opción si queremos vivir una relación sana con nuestra(s) pareja(s) y sobre todo, con nosotros mismos. Pues, los amores pueden ir y venir, pero contigo te aseguro que vas a pasar el resto de tu vida. ¿Hasta cuándo vas a mirar hacia otro lado? ¿Hasta cuando vas a buscar fuera lo que está dentro?
Tropiezo siempre con la misma piedra. No hay manera. Al final me haré monja o lesbiana. No tengo nada de suerte. Al final me quedaré soltera para toda la vida. Haré lo que quiera y nadie me dirá nada ni me pedirá explicaciones. Todos los tíos son unos cabrones! Sí, a mí también me ha pasado. Y no, no es la piedra, eres tú. Fíjate en el tipo de parejas que te atraen. Tal vez tú buscas esa piedra por algo. Tal vez, ese cabrón tiene algo que enseñarte. Mi(s) ex ha(n) sido mis mayores maestros de vida. Os lo prometo. Y el último el que más, porque fue el que más me dolió. Tu mayor maestro es tu último error. Recuerdo que cuando me dejó (o le dejé, yo que sé), me repetía constantemente: si es que ya lo sabía yo esto! Tenía que haberme ido a viajar por el mundo y la tonta de mí se queda en su pueblo por él, seré idiota? Uff, sí, me dije cosas muy feas (y a él, por desgracia, también). Pasó mucho tiempo hasta que comprendí que él me había enseñado a ver lo poco que me quería. Buscaba el amor fuera porque dentro no había ni una pizca de amor propio. La manera más fácil de consolarse era culpándolo a él (a ver, qué culpa podía tener él?). Yo buscaba, vez tras vez, la misma piedra. Cuando empecé a entender que el problema no estaba fuera sino dentro, me tocó aceptar que no me quería una puta mierda. Y que sólo me quedaba una opción: quererme.
Si tú te quieres tal y como eres, estás preparada para cambiar aquello que no te guste de ti. Pero primero acepta que eso que no te gusta nada, eres tú. Y no pasa nada, nadie es perfecto, todas y todos tenemos nuestras movidas, nuestras sombras, nuestros demonios...¿cuáles son los tuyos? ¿Qué hay en ti que rechaces o que no te haga bien? ¿Cuál es la piedra con la que siempre tropiezas y te acabas haciendo una herida en la rodilla? Ese es el tema y, desde ahí, tirar del hilo. Aceptarlo, por ejemplo: soy una vaga, culpo al sistema por no responsabilizarme de mi futuro. O, más bien, soy una ignorante, voy de sabia por la vida y no tengo ni puta idea. Ni siquiera sé quién soy. ¿Cuál es tu verdad? A partir de ella, podrás avanzar. Cuando te aceptes como eres, verás qué necesitas. Cuando te atrevas a asumir la responsabilidad de quererte, nutrirás tu tierra, es decir, te darás lo que necesites. Quiérete como te gustaría que te quisieran. Y entonces, serás capaz de distinguir lo que es tuyo de lo que solamente es tu coraza y, al verlo con claridad, podrás echar fuera las piedras con las que no te interese tropezar por salud propia y podrás empezar a atraer otras piedras desde la perspectiva de que algo tienen que enseñarte también.
No te sentirás solo porque habrás aprendido a nutrir tu tierra por ti mismo, no sentirás que no te quieren (porque tendrás amor propio y si sientes que alguien no te quiere, sencillamente, dejará de interesarte), no esperarás que el otro te haga feliz (porque ya serás feliz, consciente), no te sentirás una víctima de la vida (porque serás una aprendiz continua), y entenderás que el amor consiste en otra cosa, muy distinta a la que nos habían contado...
Y tú, con qué cuento te quedas?
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