Un mundo de sapos y culebras dentro de ti
Imagina que tu cerebro es como un iceberg. Bien, la parte visible representa a tu consciencia, es decir, todo aquello de lo que eres consciente: tus decisiones, tus razonamientos, tu manera de pensar, tus principios morales, tus ideales, tus gustos, preferencias...¿Sí? Bien, ¿y si te digo que, en realidad toda esta parte está condicionada (conducida, determinada) por toda la parte que no vemos del iceberg desde la superficie? ¿Y si resulta que crees estar tomando decisiones libremente cuando, en realidad, estás obedeciendo órdenes del inconsciente? ¿Crees que te enteras de todo cuanto sucede ahí adentro? Agárrate fuerte, vienen curvas.
Entre 1900 y 1905 Sigmund Freud desarrolló un modelo topográfico de la mente mediante el cual describió las características de la estructura y función de la misma. Para ello utilizó la metáfora del iceberg y distinguió entre tres partes: el consciente, el preconsciente y el inconsciente. No fue Freud el descubridor del inconsciente, autores como Nietzsche, Schopenhauer, Schelling o Edouard von Hartmann fueron buenos precursores; sin embargo, Freud situó la noción de "inconsciente" en el corazón de su pensamiento y fue un pionero en la exploración de las oscuras regiones de nuestro psiquismo, del que trazó una cartografía sin precedentes.
"El psicoanalista, lo mismo que el arqueólogo en sus excavaciones, debe descubrir cada una de las capas de la psique del paciente para llegar a los tesoros más profundos y valiosos"
Vías de acceso al inconsciente
Los sueños: la vía regia de acceso al inconsciente
En La interpretación de los sueños, Freud repasa las diversas teorías que se habían propuesto para explicar el desconcertante fenómeno de la actividad onírica. Si los antiguos le atribuían una significación como mensaje divino, del mismo modo que los dioses también hablaban a través de la locura, la fisiología moderna los consideró un simple desorden de las funciones psíquicas, carente de todo sentido. Freud le devuelve una significación, pero inmanente al aparato psíquico. Los sueños son el mensaje de nuestro inconsciente, la puerta de acceso al mismo.
El método de asociación libre
Para acceder al mundo de sapos y culebras que subyace a nuestra consciencia a tarvés de los sueños, hay que prestar atención a la asociación de ocurrencias espontáneas que se le presentan a la mente en relación con cada elemento perteneciente a los contenidos manifiestos del sueño.
Freud establece esta distinción entre contenido manifiesto y contenido latente. El primero es la expresión elaborada que el sujeto da del sueño. En efecto, el relato del sueño cuenta una historia o describe una situación que, a pesar de su carácter absurdo, se somete a cierta lógica diurna. De él forman parte los "restos diurnos", que son los elementos, a menudo insignificantes, presentes en el estado de vigilia del día anterior al sueño y que aparecen tanto en su relato como en las asociaciones libres que el sujeto hace a partir de éste. En cambio, el contenido latente es el conjunto de significaciones que, a partir de lo que el soñante cuenta y tras el análisis, se revela como su sentido inconsciente.
En esta revelación de los contenidos latentes del sueño, encuentra Freud "la vía regia que conduce al inconsciente" y el primer medio para la investigación psicoanalítica. A través del sueño se revelan tanto aspectos desconocidos de la vida inconsciente, deseos y fantasías enterrados en la profundidad del psiquismo, como los mecanismos que la presiden: el incosciente ignora la negación y la contradicción; en el inconsciente no existe el tiempo. Sólo la interpretación puede descifrar el lenguaje codificado de símbolos en que se expresa, es decir, el disfraz y la deformación a la que se someten los contenidos inconscientes para poder burlar la represión.
El sueño, guardián del dormir
El sueño tiene como función esencial la realización simbólica o disfrazada de deseos inconscientes reprimidos. Pero, a la vez, expresa también la voluntad de dormir ("se sueña para no tener que despertar"). De ahí que el sueño sea una formación de compromiso entre esta voluntad y el deseo inconsciente que, aprovechando la relajación de la censura (mecanismo de defensa represivo), intenta traspasar la barrera de la represión para realizarse.
Los mecanismos de censura
Freud entiende por "elaboración del sueño" los diferentes mecanismos empleados por la censura para volver irreconocible el deseo reprimido perturbador y atenuar su conmoción. Estos mecanismos son:
- la simbolización (como quedarte clavado en algo y no poder avanzar)
- la conversión en lo contrario (arrojar por un precipicio a quien no quieres admitir que, en realidad, amas)
- la condensación (dos o varias personas, superpuestas en una sola)
- el desplazamiento (lo importante focalizado en un elemento insignificante, como por ejemplo, un perchero de pie).
En el siguiente enlace puedes acceder al famoso "Sueño de la inyección de Irma" soñado y analizado por el mismo Sigmund Freud:
https://culturizando.com/la-inyeccion-de-irma-un-sueno-que/
Los recuerdos encubridores
Los recuerdos de la temprana infancia se revelan sorprendentes: los acontecimientos importantes y perturbadores apenas dejan ninguna huella, en cambio, otros recuerdos, aparentemente insignificantes quedan marcados con una intensa y precisa nitidez en la que Freud reconoce el signo de un desplazamiento de la carga afectiva o "libidinal": una intensidad psíquica es desplazada de una representación, que resulta entonces abandonada, a otra que, a partir de entonces desempeña el papel psicológico de la primera.
Freud los llama recuerdos encubridores aunque también se conocen con el nombre de "recuerdos-pantalla". Aparentemente triviales, son en realidad formaciones de compromiso destinados a ocultar ciertas fantasías inconscientes.
"Los recuerdos encubridores contienen no solo algunos elementos esenciales de la vida infantil, sino verdaderamente todo lo esencial. Solo es necesario saber dilucidarlos mediante el análisis."
Los actos fallidos
Un acto fallido es un acto por el cual un sujeto sustituye, a su pesar, una intención o un proyecto deliberados por una acción o una conducta absolutamente sorpresivas para él mismo. La noción comprende no solo acciones en sentido estricto, sino también toda una amplia gama de disfunciones psíquicas: olvidos de palabras o proyectos, lapsus linguae, errores de lectura, errores de escritura, errores de audición, extravío de objecto o errores en los actos.
Los actos fallidos resultan de una intención o un deseo inconsciente porque el deseo que en ellos se manifiesta es inconsciente y habla de aquello que el sujeto prefiere ignorar, además, éste no solo ignora su origen, sino que tiende a atribuir su fracaso a la falta de atención o al azar.
Para que se produzca un acto fallido es necesario que intervenga previamente la represión. El deseo reprimido retorna bajo la forma de una tendencia perturbadora que va en contra de la intención consciente del sujeto. El deseo inconsciente (reprimido) del sujeto intenta expresarse a pesar de su intención consciente. Así, lo fallido del acto resulta, en el plano inconsciente, un logro: el deseo inconsciente logra realizarse, burlando la barrera de la represión y mediante los mecanismos del inconsciente (simbolización, conversión al contrario, condensación y desplazamiento), de forma manifiesta y exitosa.
El resultado explícitamente perseguido se encuentra reemplazado por otro. Por ejemplo, la pérdida de un objeto (a nivel consciente) puede significar (a nivel inconsciente) que ya no se siente aprecio por él o por la persona que nos lo ha dado o por aquello a lo que nos recuerda; es decir, puede interpretarse como una pérdida o sacrificio deseados.
El acto fallido tiene una función defensiva con relación a ciertas representaciones que no quieren admitirse porque amenazan con perturbar el equilibrio psíquico del sujeto. Así sucede en el caso de las palabras olvidadas: "se trata principalmente de la negativa de la memoria a evocar recuerdos asociados a sensaciones penosas, recuerdos cuya evocación reproduciría tales sensaciones".
Así que...¿Quién eres tú?
Entre 1900 y 1905 Sigmund Freud desarrolló un modelo topográfico de la mente mediante el cual describió las características de la estructura y función de la misma. Para ello utilizó la metáfora del iceberg y distinguió entre tres partes: el consciente, el preconsciente y el inconsciente. No fue Freud el descubridor del inconsciente, autores como Nietzsche, Schopenhauer, Schelling o Edouard von Hartmann fueron buenos precursores; sin embargo, Freud situó la noción de "inconsciente" en el corazón de su pensamiento y fue un pionero en la exploración de las oscuras regiones de nuestro psiquismo, del que trazó una cartografía sin precedentes.
"El psicoanalista, lo mismo que el arqueólogo en sus excavaciones, debe descubrir cada una de las capas de la psique del paciente para llegar a los tesoros más profundos y valiosos"
Vías de acceso al inconsciente
Los sueños: la vía regia de acceso al inconsciente
En La interpretación de los sueños, Freud repasa las diversas teorías que se habían propuesto para explicar el desconcertante fenómeno de la actividad onírica. Si los antiguos le atribuían una significación como mensaje divino, del mismo modo que los dioses también hablaban a través de la locura, la fisiología moderna los consideró un simple desorden de las funciones psíquicas, carente de todo sentido. Freud le devuelve una significación, pero inmanente al aparato psíquico. Los sueños son el mensaje de nuestro inconsciente, la puerta de acceso al mismo.
El método de asociación libre
Para acceder al mundo de sapos y culebras que subyace a nuestra consciencia a tarvés de los sueños, hay que prestar atención a la asociación de ocurrencias espontáneas que se le presentan a la mente en relación con cada elemento perteneciente a los contenidos manifiestos del sueño.
Freud establece esta distinción entre contenido manifiesto y contenido latente. El primero es la expresión elaborada que el sujeto da del sueño. En efecto, el relato del sueño cuenta una historia o describe una situación que, a pesar de su carácter absurdo, se somete a cierta lógica diurna. De él forman parte los "restos diurnos", que son los elementos, a menudo insignificantes, presentes en el estado de vigilia del día anterior al sueño y que aparecen tanto en su relato como en las asociaciones libres que el sujeto hace a partir de éste. En cambio, el contenido latente es el conjunto de significaciones que, a partir de lo que el soñante cuenta y tras el análisis, se revela como su sentido inconsciente.
En esta revelación de los contenidos latentes del sueño, encuentra Freud "la vía regia que conduce al inconsciente" y el primer medio para la investigación psicoanalítica. A través del sueño se revelan tanto aspectos desconocidos de la vida inconsciente, deseos y fantasías enterrados en la profundidad del psiquismo, como los mecanismos que la presiden: el incosciente ignora la negación y la contradicción; en el inconsciente no existe el tiempo. Sólo la interpretación puede descifrar el lenguaje codificado de símbolos en que se expresa, es decir, el disfraz y la deformación a la que se someten los contenidos inconscientes para poder burlar la represión.
El sueño, guardián del dormir
El sueño tiene como función esencial la realización simbólica o disfrazada de deseos inconscientes reprimidos. Pero, a la vez, expresa también la voluntad de dormir ("se sueña para no tener que despertar"). De ahí que el sueño sea una formación de compromiso entre esta voluntad y el deseo inconsciente que, aprovechando la relajación de la censura (mecanismo de defensa represivo), intenta traspasar la barrera de la represión para realizarse.
Los mecanismos de censura
Freud entiende por "elaboración del sueño" los diferentes mecanismos empleados por la censura para volver irreconocible el deseo reprimido perturbador y atenuar su conmoción. Estos mecanismos son:
- la simbolización (como quedarte clavado en algo y no poder avanzar)
- la conversión en lo contrario (arrojar por un precipicio a quien no quieres admitir que, en realidad, amas)
- la condensación (dos o varias personas, superpuestas en una sola)
- el desplazamiento (lo importante focalizado en un elemento insignificante, como por ejemplo, un perchero de pie).
En el siguiente enlace puedes acceder al famoso "Sueño de la inyección de Irma" soñado y analizado por el mismo Sigmund Freud:
https://culturizando.com/la-inyeccion-de-irma-un-sueno-que/
Los recuerdos encubridores
Los recuerdos de la temprana infancia se revelan sorprendentes: los acontecimientos importantes y perturbadores apenas dejan ninguna huella, en cambio, otros recuerdos, aparentemente insignificantes quedan marcados con una intensa y precisa nitidez en la que Freud reconoce el signo de un desplazamiento de la carga afectiva o "libidinal": una intensidad psíquica es desplazada de una representación, que resulta entonces abandonada, a otra que, a partir de entonces desempeña el papel psicológico de la primera.
Freud los llama recuerdos encubridores aunque también se conocen con el nombre de "recuerdos-pantalla". Aparentemente triviales, son en realidad formaciones de compromiso destinados a ocultar ciertas fantasías inconscientes.
"Los recuerdos encubridores contienen no solo algunos elementos esenciales de la vida infantil, sino verdaderamente todo lo esencial. Solo es necesario saber dilucidarlos mediante el análisis."
Los actos fallidos
Un acto fallido es un acto por el cual un sujeto sustituye, a su pesar, una intención o un proyecto deliberados por una acción o una conducta absolutamente sorpresivas para él mismo. La noción comprende no solo acciones en sentido estricto, sino también toda una amplia gama de disfunciones psíquicas: olvidos de palabras o proyectos, lapsus linguae, errores de lectura, errores de escritura, errores de audición, extravío de objecto o errores en los actos.
Los actos fallidos resultan de una intención o un deseo inconsciente porque el deseo que en ellos se manifiesta es inconsciente y habla de aquello que el sujeto prefiere ignorar, además, éste no solo ignora su origen, sino que tiende a atribuir su fracaso a la falta de atención o al azar.
Para que se produzca un acto fallido es necesario que intervenga previamente la represión. El deseo reprimido retorna bajo la forma de una tendencia perturbadora que va en contra de la intención consciente del sujeto. El deseo inconsciente (reprimido) del sujeto intenta expresarse a pesar de su intención consciente. Así, lo fallido del acto resulta, en el plano inconsciente, un logro: el deseo inconsciente logra realizarse, burlando la barrera de la represión y mediante los mecanismos del inconsciente (simbolización, conversión al contrario, condensación y desplazamiento), de forma manifiesta y exitosa.
El resultado explícitamente perseguido se encuentra reemplazado por otro. Por ejemplo, la pérdida de un objeto (a nivel consciente) puede significar (a nivel inconsciente) que ya no se siente aprecio por él o por la persona que nos lo ha dado o por aquello a lo que nos recuerda; es decir, puede interpretarse como una pérdida o sacrificio deseados.
El acto fallido tiene una función defensiva con relación a ciertas representaciones que no quieren admitirse porque amenazan con perturbar el equilibrio psíquico del sujeto. Así sucede en el caso de las palabras olvidadas: "se trata principalmente de la negativa de la memoria a evocar recuerdos asociados a sensaciones penosas, recuerdos cuya evocación reproduciría tales sensaciones".
Así que...¿Quién eres tú?
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